Combatir el estrés. "Modelo vacuno".
El aumento del ritmo respiratorio, de las pulsaciones y de la temperatura corporal; la salivación excesiva; la acidosis en el estómago y/o panza; el jadeo; la sudoración excesiva; la menor motilidad intestinal y la disminución de la productividad son algunas de las manifestaciones que pueden observarse cuando las personas o las vacas están estresadas.
Las vacas de la montaña, con ayuda de los elementos disponibles del entorno, han desarrollado una serie de estrategias muy útiles para librarse de estas molestas sensaciones y que, probablemente, también los humanos podamos usar para combatir el estrés.
Comienza la vaca a reducir el ritmo de la marcha, caminando lentamente hacia el manantial de agua fresca, limpia, cristalina y abundante, donde bebe hasta saciarse. Continua a paso lento y seguro hasta la frondosa sombra de los salgueros, cerezos, chopos o fresnos bajo la que se para y parapeta o bien se tumba en una loma donde corre el aire fresco y puro, a salvo de las fastidiosas moscas evitando tener que mover el rabo para espantarlas. Modifica, cómo no, la dieta. No ingiere hierba seca. Busca alimento en los trozos de pradera donde la sombra proyectada de los árboles conserva el tapiz vegetal fresco y hasta florido, ya que la sombra hace que el pasto madure más lentamente y posea menos fibra y mayor digestibilidad que la hierba que crece bajo el sol abrasador. Además, en contra de los deseos de sus dueños, disminuye la producción de leche, a la espera de tiempos mejores.
Así pues, ralentizar la vida, beber agua fresca en abundancia, echar la siesta al amparo de las sombras o cara al viento, ingerir menos alimentos pero más frescos, disminuir el ritmo productivo sin preocuparse de las opiniones de los “jefes” y subir a la collada son repertorios eficaces que las vacas utilizan para disminuir las manifestaciones fisiológicas causadas por diversas estimulaciones estresantes. Seguid su ejemplo y, probablemente, vuestro estrés disminuya y/o desparezca.