Fuego eterno.
Antes de que el hombre dominara el fuego no era hombre, sino el animal mas vulnerable sobre la tierra. La contingencia del descubrimiento y dominio del fuego dio un giro radical a la vida. El control del fuego le hizo colonizador y dominador del mundo. Convirtió las cuevas en confortables viviendas; se defendió del frío; espantó a los animales que rondaban amenazantes; cocinó los alimentos; coció el barro para convertirlo en cerámica; fundió las piedras para sacar de ellas los metales; quemó bosques enteros y pudo vivir en tierras frías. Encendió también el fuego de la pasión y de la venganza. Descubrió el “fuego amigo”, el “alto al fuego ( permanente o no)”, el “fuego a discreción”, el “fuego sagrado”, el “fuego de San Telmo”, los “fuegos fautos” y los “fuegos artificiales”. Inventó las armas de fuego, el bautismo de fuego, los océanos de fuego, la tierra de fuego, los carros de fuego, la prueba de fuego, la línea de fuego, el pájaro del fuego... y, claro está, los apagafuegos, los cortafuegos, los bomberos y los extintores. Pero lo más importante que proporcionó el fuego a nuestra especie fue el dominio de la oscuridad y la posibilidad de alargar los días y acortar las noches. Ingrato el hombre, aun a pesar de todo lo que hizo el fuego por él, lo condenó a los infiernos, pero en una noche como esta, sale de la prisión para convertirla en día.