el cazurro ilustrado

15 junio 2006

“Bullying”. Los matones en la escuela.


La conducta agresiva que se manifiesta entre escolares, conocida como "bullying" es una forma de conducta, intencionada y perjudicial cuyos protagonistas son los niños y jóvenes escolares. Un rasgo específico de estas relaciones es que un alumno o un grupo de ellos se las da de bravucón y trata de forma tiránica a un compañero, al que hostiga, oprime y atemoriza repetidamente, hasta el punto de convertirlo en su víctima habitual. No se trata de un episodio esporádico, sino persistente que puede durar semanas, meses e incluso años.
El intimidar, forzar a otra persona a hacer algo, es una experiencia común para muchos niños y adolescentes. Las encuestas indican que hasta una mitad de los niños de edad escolar son intimidados en algún momento durante sus años escolares y por lo menos un 10% son intimidados con regularidad.
El comportamiento de intimidar a otros puede ser físico o verbal. Los varones tienden a usar la intimidación física o las amenazas, sin importarles el género de sus víctimas. La intimidación de las niñas es con mayor frecuencia verbal, usualmente siendo otra niña el objetivo.
Las aproximaciones explicativas a la agresividad humana, en los últimos años, han ido hacia modelos interactivos persona-situación . Estos modelos incorporan variables personales junto con variables situacionales y de solución de problemas, así como las interacciones potenciales entre este conjunto de variables. El planteamiento actual presenta un modelo explicativo interactivo y complejo, donde se dan cita elementos biológicos, situacionales y de aprendizaje.
No todos los sujetos establecen pautas de relación interpersonal de la misma manera, incluso una misma persona reacciona de manera diferente según las circunstancias que la rodean, aunque parece que podemos encontrar ciertos patrones estables, con independencia del lugar y momento de la relación. En las situaciones de aprendizaje escolar se generan con frecuencia dinámicas de agresión y victimización que parecen contribuir a la conformación de estos patrones estables de conducta.
Precisando algunos elementos del perfil de los agresores, junto a algunos aspectos de tipo físico como el ser varón (en una proporción de tres a uno) y poseer una condición física fuerte, estos jóvenes establecen una dinámica relacional agresiva y generalmente violenta con aquellos que consideran débiles y cobardes. Se consideran líderes y sinceros, muestran una alta autoestima y considerable asertividad, rayando en ocasiones con la provocación.
Los sujetos que están en el otro lado de esta dinámica, -los víctimas-, los que suelen ser el blanco de los ataques hostiles sin mediar provocación, por el contrario, muestran rasgos específicos significativamente diferentes, incluyendo un aspecto físico destacable: su complexión débil, acompañada, en ocasiones, de algún tipo de handicap. Viven sus relaciones interpersonales con un alto grado de timidez que, en ocasiones les llevan al retraimiento y aislamiento social. Se autoevalúan poco sinceros, es decir, muestran una considerable tendencia al disimulo. Deberán investigarse otros elementos de la relación interpersonal, como aquellas víctimas que, en ocasiones, también agreden, sin olvidar que las condiciones familiares y escolares confluyen de un modo considerable en el mantenimiento de la dinámica de agresión y victimización.