el cazurro ilustrado

20 junio 2006

Cuestión de pelotas.


La vida puede ser la metáfora de un partido de fútbol de igual modo que un partido de fútbol puede ser una metáfora de la vida. Así, se puede jugar con la vida despejando balones (librándose de problemas) o intentando meter goles (alcanzando metas). Quedar en fuera de juego, aunque no lo piten o no se note demasiado, ocurre en algunas ocasiones. Achicar espacios, con la esperanza de que el contrario no pase, es medida habitual. Montar el contraataque o ser pillados en uno, acontece como un lance más del juego; al igual que driblar o ser driblado. A veces nos desmarcamos para intentar una jugada o para mantenernos al margen de la misma. Nos cuelan o colamos un gol fantasma o un gol psicológico. Hacemos un pressing contundente aún a riesgo de que nos saquen tarjeta amarilla o roja. Acertamos y/o fallamos en el mano a mano con el portero. Colocamos la barrera a la distancia reglamentaria o intentando arañar algunos pasos. Si definimos bien, ganamos a domicilio, aunque hay situaciones en las que el miedo escénico nos paraliza hasta las ideas. Después de haber militado en varias categorías, de haber ascendido y descendido, colgamos las botas y, sin esperar ningún partido homenaje, nos damos cuenta que la vida, como el fútbol, es una cuestión de pelotas, de que entren o no los balones que lanzamos y de que paremos o salgan por el fondo los que nos tira el contrario.