el cazurro ilustrado

14 marzo 2006

Soberbia y jactancia.


Hay algunos políticos, deportistas, cantantes, empresarios y profesionales tan descarados, atrevidos, desvergonzados, insolentes, chocarreros, deslenguados, y aun desalmados, que es gloria ver cómo viven, y es infamia ver cómo hablan. Entran en la política, en el deporte, en la farándula en los negocios y al cabo de tres, o cuatro años tienen un coche blindado, una tarjeta dorada, cuentas hinchadas, casa de campo, refugio para el invierno, chalet para el verano, hasta puede que mantengan a alguna dama o mancebo. Nadie se cree que lo ganen trabajando, sino cohechando, intrigando, estafando, timando, saqueando, trampeando o rapiñando.
Herodoto cuenta que los habitantes de las Islas Baleares ordenaron que jamás en sus tierras entrase plata, ni oro, ni seda, ni piedras preciosas; les salió tan bien esta norma que en los muchísimos años que los Romanos y los Cartagineses; los Galos y los Hispanos estuvieron en crueles guerras entre ellos, jamás a ninguna nación se le ocurrió ir a conquistarles, porque sabían que no había en aquellas islas ni plata, ni oro que robar.
No hay cosa que más dañe ni menos aproveche que la soberbia y la jactancia, porque pone al que las muestra en descrédito y ojalá que despierte la ira en el pueblo.