el cazurro ilustrado

11 marzo 2006

Crueles costumbres y verdad eterna.


Nos cuenta Homero que los Tebanos tenían cinco costumbres que los diferenciaban en extremo del resto de los mortales. A todos los niños de dos años les quitaban las rótulas de las rodillas para que al andar tuviesen más ligeras las piernas.
A los cinco años les marcaban en la frente, con un hierro al rojo vivo, una “tau” para que donde quiera que estuviesen se supiera de donde eran.
Tenían prohibido los tebanos casarse con gentes de otras naciones y estaban obligados a emparejarse con sus parientes, para que fuesen más firmes y amistosos sus matrimonios. Otra costumbre, ya citada en este blog, era que ningún tebano podía hacer casa donde vivir sin antes hacer sepultura donde yacer.
La última costumbre cruel era que a todos los niños que nacían muy hermosos, los ahogaban en la cuna y a todas las niñas que eran extremadamente feas las mataban y sacrificaban a las diosas porque pensaban que cuando los dioses se descuidaban, se engendraban hombres hermosos y mujeres feas y que el hombre hermoso no era sino mujer hombruna y la mujer fea no era otra cosa que cabra montesina.
El filósofo Apolonio, en un recorrido por las antiguas naciones nos pone de manifiesto que en muchas cosas eran diferentes: en lenguas, en personas, en animales, en metales, en aguas, en carnes, en costumbres, en leyes, en tierras, en edificios, en vestidos, en mantenimientos; y, sobre todo, eran diversos en dioses y templos, porque no había tanta diferencia de una lengua a otra cuanta había en dioses y templos. Entre todas las cosas que vio, de dos se quedó absolutamente maravillado; la primera fue que en sus largos viajes por el mundo , vio al pacífico ser mandado por el revoltoso; al humilde, por el soberbio; al justo, por el tirano; al piadoso, por el cruel; al animoso, por el cobarde; al prudente, por el ignorante; y sobre todo vio que los peores ladrones ahorcaban a los más inocentes. La segunda cosa de la que quedó fascinado fue que,en todo lo que anduvo, no pudo encontrar a ningún hombre perpetuo, sino que todos eran mortales, y mayores y menores todos tenían fin; porque muchos anochecían en la sepultura, justo el día que pensaban tener más segura la vida.
Vaya desde aqui, en un día de funesto recuerdo como lo es hoy, mi solidaridad con tod@s aquell@s a l@s que la vida les ha mostrado todo lo que de cruel, absurdo, amargo, brutal, sanguinario y salvaje tiene. Al menos nos queda el bálsamo de la esperanza que nunca, a pesar de los pesares, perderemos.