el cazurro ilustrado

13 marzo 2006

Medicina, salud y prosperidad.


Afirma San Isidoro en el libro IV de sus "Etimologías", que durante cuatrocientos años estuvieron los romanos sin médicos. A Arcabuto, hombre insigne en la medicina, le pusieron una estatua en el templo de Esculapio; porque eran tan agradecidos los romanos, que a quien hacía una cosa señalada o le pagaban con dinero, o le ponían estatua, o le libertaban en la república. Cuando el médico Arcabuto era viejo y rico, a un paciente que tenía algunas úlceras y llagas peligrosas le cortó los brazos y las piernas; a los romanos les pareció muy cruel lo que había hecho, y le sacaron por la fuerza de su casa para apedrearle en el campo Marte. De esto no debe asombrarse nadie, porque a veces es mejor o menos malo en una enfermedad sufrir los dolores que no esperar los crueles remedios que nos aplican los cirujanos. En el tiempo en que Roma estuvo sin médicos no anduvieron los romanos desbaratados ni perdidos; jamás tuvieron tiempos tan prósperos como en aquellos años que estuvieron sin ellos. Roma se perjudicó cuando readmitió a los médicos y expulsó a los filósofos. No digo esto para perjudicar a los médicos, ni defiendo que debamos estar sin ellos, pero la verdad es que los médicos cuerdos y sabios no nos dan sino sanos consejos, porque no nos persuaden sino de que en el comer, en el beber, en el dormir, en el andar, en el negociar y en cualquier otro asunto de la vida seamos sobrios, austeros, templados y prudentes.