Conjeturas médicas.
“Entró el Médico a visitar a una Religiosa levemente indispuesta, ésta acababa de tomar chocolate. Le tomó el pulso, le examinó la lengua, y viéndola con el tinte recién dado, exclamó asustado: Lengua negra, señal de muerte. Quiso luego tocarla con el dedo en la forma ordinaria. Mas la enferma, que había tomado el chocolate contra expresa prohibición del Médico, y no quería que se lo conociese (como era forzoso conocerlo al tacto) acudió pronta, retirando la cara como con asco, y diciendo: Quite allá, señor Doctor, que anda entrando el dedo por esos Hospitales en las bocas de bubosos, y podridos, y me apestará si me toca la lengua con él. No bien lo oyó mi Doctor, cuando volviéndose a otras Religiosas que asistían, prorrumpió: Delirio declarado, no tiene remedio; y con esto se fue, dejando tristísimas las asistentes, y dando carcajadas la que estaba en la cama. Ésta reía el disparate del Médico, y la burla que le había hecho; aquellas lloraban el delirio imaginado, y riesgo de su hermana.”
Ya mi amigo Feijoo se dio cuenta de que “el arte de la medicina, muchas veces es pura conjetura y notó que donde no hay Médico, ni Botica, de muchas enfermedades son más los enfermos que sanan que los que mueren, debiéndose sólo al beneficio de la Naturaleza. ¿Porqué donde hay Médico, y Botica, respecto de los que usan el Médico, y la Botica, no sucederá lo mismo? Los enfermos, que son asistidos por el Médico, generalmente atribuyen la mejoría a sus recetas, como si otros muchos, sin receta alguna, no mejorasen de iguales indisposiciones. Tal vez la Naturaleza por sí sola, al mismo tiempo vence un enemigo, y resiste a otro; vence la enfermedad y resiste la errada cura del Médico.”