el cazurro ilustrado

11 febrero 2006

Solidaridad femenina.


Cuenta Higino (siglo I a.C.), bibliotecario del emperador Augusto, que había en Atenas una ley que prohibía a las mujeres el ejercicio de la Medicina, incluido el Arte Obstétrico; lo que ocasionaba el grave inconveniente de que muchas mujeres, demasiado sensibles al rubor de ser auxiliadas por los hombres en el puerperio, perdían estúpidamente su vida y la del feto. Viendo esto, una doncella llamada Agnodice, al ver esta calamidad y al sentir una gran inclinación a la Ciencia Médica, decidió violar la ley; se vistió de hombre y fue a la escuela del Médico Hierófilo, que no la conocía de nada. Se formó muy bien en medicina y mejor en la especialidad obstétrica; conseguido el título, se puso a ejercer su profesión en Atenas, disfrazada de hombre, asistiendo a las mujeres, no sólo en los partos, sino en cualquier dolencia, aunque les declaraba en secreto su sexo, para eliminar su pudor. Los médicos, al ver que les quitaba una considerable parte de sus ganancias, se conjuraron contra ella; y como creían que era hombre, la acusaron de ilícitas intimidades con ellas; añadiendo que muchas mujeres se quejaban de dolencias que no padecían, usando este pretexto para lograr torpe contacto carnal con el barbilampiño médico. Compareció Agnodice en el juicio, exhibiendo ante los Jueces pruebas evidentes de su sexo. Derribada esta acusación, en su contra fundaron los Médicos otra, alegando contra Agnodice la ley que prohibía a las mujeres el uso de la medicina. Pero las mujeres Atenienses intervinieron en su favor, amenazando con matarse. Lograron se aboliese aquella ley. Triunfó Agnodice, y consiguieron las mujeres el derecho de ejercer la medicina, que ya ella ejercía.
Me recuerda este hecho la solidaridad que muestran entre sí las elefantas: en época de celo, cuando el macho, que puede alcanzar los7500 kg de peso, se pone encima de la hembra, podría aplastarla durante la cópula si no acudieran a sus lados otras dos hembras para mejor soportar el peso del elefante. Tan arriesgada debe ser la maniobra que, normalmente, tienen un sólo hijo.