Imitación y aprendizaje.
El aprendizaje por imitación, aunque tuviera que esperar por Bandura y Walters para su formulación teórica, fue, es y será el recurso más importante que tuvieron, tienen y tendrán los humanos para aprender; así, más vale que enseñemos, no sólo muchas palabras, sino también buenas obras. Aprende más el niño en un día imitando, que en un año escuchando lecciones aburridas y largos consejos sobre el "deber ser". Los niños no saben decir sino aquello que oyen, ni hacer sino lo que ven. Si eres tímido, el lo será; si callado, callará; si temeroso, temerá; si eres reposado, él será calmado; si le chillas, te gritará; y si lo contrario haces, lo contrario hará.
Esta manera de aprendizaje, sin duda muy eficaz, no está exenta de problemas. Recuerdo cuando, en un avance tecnológico sin precedentes, se presentó un veterinario para inseminar artificialmente a las vacas en celo del pueblo; todos los niños acudieron a ver tan notable novedad. Al día siguiente unos niños de once años intentaron hacer lo mismo que habían visto con una compañera de clase. Equipados con una bolsa de plástico en una mano y con un fino palo en la otra, simulando la jeringuilla del técnico, estuvieron a punto de emularle, si no hubiera llegado la maestra porque el recreo se acababa. Si esto pasaba entonces, qué no ocurrirá ahora, puesto que los niños, con mayor desarrollo ¿cognitivo? están sometidos a modelos políticos, sociales y/o televisivos donde se insulta, se agrede, se mata, se viola, se engaña, se maltrata, se roba, se hiere.... y quien lo hace cuanto más lo hace, más crece su prestigio.