¿Locura o culpa?
Proliferarán estos días miles de hipótesis explicativas
sobre el por qué de Stephen Paddock, de 64 años, que mató a tiros a 59 personas e hirió a 527. Se
hablará de trastorno o perturbación mental, de depresión, de comportamientos
extraños, de personalidad enfermiza, de psicopatía o de cualquier otra etiqueta
sacada del DSM V. Si damos por buenas estas explicaciones, no tendremos más
remedio que sacar a Stephen de la criminalidad para meterlo en la enfermedad y,
si fuera así, su comportamiento no sería judicialmente punible sino médicamente
tratable o, al menos, biológicamente explicable.
Si son la locura, la demencia o la psicotapía las causas de
la aberración comportamental cometida, es claro que Stephen es inocente o no
responsable de sus actos, pero la patologización o psicopatologización de su
comportamiento, lejos de “humanizarle” lo que hace es quitarle su “dignidad”
como ser humano, al desposeerle de la libertad de actuar como lo hizo. Además,
no podemos pedir que responda de sus actos ya que esto solo puede hacerse con
personas libres y responsables.
Quizás por eso Stephen se suicidó, porque se vio
responsable de sus actos y comprendió que era de tal magnitud la culpa que no
le faltaron las fuerzas para preferir la muerte a la cárcel o al sanatorio.