el cazurro ilustrado

21 septiembre 2017

Olvidos y Alzheimer.

Conocí a una paisana que jamás se preocupó  por ninguna pérdida de  animal o cosa de su propiedad, porque siempre tenía a mano un libro con las  oraciones a san Antonio y ante una ausencia o un olvido,  echaba una oración al Santo y en breve tiempo aparecía; ni siquiera tenía que ser suyo lo desaparecido;  los vecinos  que  necesitan  cualquier favor del santo, recurrían a esta mujer,  que agarraba  el libro como si de un oráculo se tratara, y lo ausente se hacía presente, en un periodo de tiempo más o menos razonable.
Un día echó en falta el dedal que se ponía en el dedo corazón para empujar mejor la aguja  mientras cosía y fue  a poner en marcha  el rito habitual, pero no encontró el libro de las oraciones  a San Antonio, necesario para pedir al Santo que  apareciera.

A partir de ese momento comenzó el declive: perdía cosas que no volvía  a encontrar, olvidaba datos, caras, nombres, fechas y hasta maneras de hacer pero no había posibilidad de recuperarlas. A tanto llegó el deterioro que sus familiares, a los que ya no recordaba, la llevaron al médico y éste dudó entre  un diagnóstico de demencia senil o  Alzheimer y recomendó un cóctel  a base de inhibidores de la colinesterasa  con neurolépticos, pero, en realidad, lo que más  necesitaba  era su libro de oraciones de san Antonio (de Padua).