¿Dónde está la eficacia de las leyes?
Los tebanos querían saber porque eran eficaces los espartanos
con sus leyes y enviaron a un observador. Al cabo de un tiempo regresó trayendo consigo: la horca con la que ahorcaban a los ladrones, el cuchillo con
el que degollaban a los traidores, la mordaza con la que atormentaban a los
charlatanes, el látigo con el que castigaban a los vagabundos, los grillos con
los que detenían a los sediciosos y las esposas con las que ataban a los
jugadores. No les llevó las leyes sino los instrumentos con los que las hacían
cumplir.
Cuando las normas, que son reflejo de las necesidades de las
clases dominantes, no se cumplen, otro tipo de consecuencias se aplican hoy.
Para conseguir, por ejemplo, silencio en clase, obediencia
en la familia, conformidad con el estado, orden en las cárceles, no agresión a
las mujeres, cuidado por el medio ambiente o respeto a la propiedad ajena, y/o la no realización de referendums, existen normas, órdenes, decretos e
instrucciones a patadas. La dificultad no está tanto en la normativa vigente, sino en qué se hace para su cumplimiento y sólo la anticipación de
consecuencias hará a las leyes eficaces, pero en vez de basarse en el castigo
por incumplirlas, deberían anticiparse consecuencias positivas por seguirlas.