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El tiempo o su paso implica simultaneidad, sucesión,
duración, pasado, presente y futuro. A pesar de la supuesta objetividad de su
medida a través de los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años o
siglos, el tiempo y su transcurrir son enteramente subjetivos. Cada cual
percibe su paso en función de la actividad que realiza, de los estados
emocionales en los que se encuentre, de la etapa evolutiva/involutiva en que se
halle e, incluso, de le época que le haya tocado vivir. Dependiendo de la
situación, el tiempo pasa lentamente o vuela, pero pocas veces está sincronizado
con el tiempo convencional contado por el reloj. Einstein dijo que si uno pone
la mano sobre una estufa caliente durante un minuto siente que pasó una hora,
pero si uno pasa una hora con su novia, cree que sólo ha transcurrido un
minuto.
La impresión subjetiva del paso del tiempo se ha utilizado
para medir la intensidad del dolor que se produce en las últimas fases del
cáncer. A medida que el dolor es más intenso, la percepción del paso del tiempo
es más lenta, de tal forma que los minutos se pueden convertir en horas, las
horas en días y los días en años. Se da entonces la paradoja de que aquellos
que están enfrentándose a una muerte prematura a causa de un cáncer, si los
cuidados paliativos no funcionan, tendrán la sensación de haber vivido una eternidad.
La objetividad del tiempo sólo existe cuando no ocurre nada. Como dijo Richard
Feynman: “el tiempo es lo que pasa cuando no pasa nada más”.