
En ocasiones no estamos preparados para responder a las
demandas que el entorno nos hace o creemos que somos incapaces y entonces o no
respondemos o lo hacemos inadecuadamente, de manera que estas experiencias
hacen probable que en situaciones similares volvamos a comportarnos como lo
hicimos anteriormente, al margen de que ya hayamos aprendido o de que la
situación sea diferente o de que estemos preparados para dar la respuesta requerida.
Estaríamos ante los efectos residuales (colaterales suele decirse) del
comportamiento pasado en el comportamiento más reciente. Un comportamiento
adecuado necesita tanto de la existencia de habilidades como de la creencia en
que se dispone de la eficacia suficiente para utilizarlas. La eficacia a la
hora de comportarse requiere una continua improvisación que permite dominar las
circunstancias continuamente cambiantes del entorno, la mayoría de las cuales
están constituidas por elementos ambiguos, impredecibles y muchas veces
estresantes .
Nos sucede a veces como a André Marie Ampère cuando, al
salir de su laboratorio, colgó un cartel en la puerta advirtiendo: "No
llame, he salido", y al volver, después de leer el letrero que él mismo
había puesto, se alejó de su laboratorio ante el anuncio que declaraba su
ausencia. ¿Cuántas veces colocamos el cartel de “no puedo”, “ no sé”, “es
imposible”….. y se nos olvida quitarlo?