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Alcibíades, orador y estratega ateniense, cambió no ya sólo
de postura política sino también de bando en varias ocasiones; pasó de defender
Atenas a atacarla con los espartanos y se volvió contra éstos al lado de los
persas, retornando luego a favor de los atenienses. Había comprado por un alto
precio un perro grande y hermoso al que, en cierta ocasión, le corto su
precioso rabo. Se lo reprocharon sus amigos, diciéndole que todos le
vituperaban por lo que había hecho, pero él, riéndose, contestó:
“eso es lo que
yo quiero; que los Atenienses hablen de esto, para que no digan de mí cosas
peores”.
Muchos políticos, aprendida la lección, ahora que tanto se discute sobre pactos,
posturas y manifestaciones, cortan la
cola a su perro y así, consiguen que
hablemos de ello y no de cuantas cosas hacen que son peores que cortar rabos a
los perros.