el cazurro ilustrado

18 agosto 2017

Atentados, inseguridad y consuelo.

El clima de inseguridad después de la masacre de ayer, junto a los  rumores constantes de posibles nuevos atentados, producirá un miedo generalizado que inmovilizará a la población y provocará una sensación de no control de sus propias vidas, angustia, indefensión e incertidumbre ante el futuro.
 La relevancia del impacto en la población corresponde al tipo de acontecimiento súbito, masivo y brutal. El proceso de duelo se hará complejo porque sus pérdidas han sido enormes: muerte de familiares o seres cercanos, pérdida de su organización comunitaria, de su estructura familiar y/o de su posición social. Esto provocará la pérdida de control de sus propias vidas. No habrá confianza en el futuro; los acontecimientos perderán predictibilidad; el orden que tenían del mundo se trastocará; su ambiente será hostil e impredecible y, aún más, no habrá un plazo que señale el final de esta situación. La sintomatología que pueden presentar los afectados irá desde llanto, desmayos, debilidad, susto, estado de alerta, pensamientos repetitivos de la masacre, de violencia, trastornos gastrointestinales, dolor de cabeza, trastornos en el ciclo del sueño, falta de apetito, sentimiento de soledad, tristeza y cansancio permanente hasta pensamientos intrusivos.

En momentos como éste, recuerdo el inicio del “Decamerón” de Giovanni Boccaccio,  que dice: “HUMANA cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros”. Y no cabe otra cosa que sentir compasión y consolar a quien  lo necesite.