el cazurro ilustrado

29 julio 2017

Procesos de aculturación y "semanas culturales"

Con el verano, llegan  a los pueblos de la montaña leonesa (y del llano) múltiples y diversos veraneantes y turistas. Algunos retornan a la casa paterna como hijos pródigos; otros entran en contacto con este paisaje y paisanaje por primera vez y otros vuelven porque les fue bien en ocasiones anteriores.
Las juntas vecinales, los ayuntamientos, las asociaciones culturales o, simplemente, personas físicas organizan dispares actividades, la mayoría bajo el rótulo de “semana cultural”, con objetivos no muy claramente delimitados u oscuramente definidos.
Que se organicen en verano podría responder a que se aprovecha la afluencia turística para llenar los salones donde se celebran los distintos actos “culturales” lo que pondría de manifiesto el escaso interés de la población “nativa” / “aborigen” por esos episodios supuestamente eruditos, o bien respondería la organización de estas semanas a la necesidad, percibida por las concejalías de “cultura”, de que, al menos una vez al año, los nativos / aborígenes entren en contacto con una supuesta forma de cultura “superior”, ausente el resto del año, de la misma manera de cómo en el franquismo era necesario confesar y comulgar una vez al año.
Sea por las razones que fueren, se presentan libros de temáticas localistas, se escuchan conciertos de piano o rabel, se diserta sobre asuntos dispares que van desde la violencia de género hasta la resistencia de los montañeses contra la invasión romana, se organizan partidos de fútbol de solteros contra casados, se promueven  bailes regionales, se brindan homenajes y no faltan comidas campestres, cenas medievales y concursos de fotografía, pintura y relatos.
 Si los organizadores entienden la cultura en el sentido de Tylor: “aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre” es evidente que es tanto o más acto cultural escavar las patatas o regar los prados que los actos organizados en las semanas culturales, los cuales, al no ser autóctonos, tienen más que ver con procesos de aculturación, en los que un pueblo adquiere una nueva cultura generalmente a expensas de la cultura propia, de forma involuntaria y habitualmente de manera impuesta.
Así pues, estas semanas, lejos de ser culturales, están cerca de ser aculturales y el que salga de ellas con la impresión a haber adquirido algo de "cultura" hace lo mismo que el que enseña una  entrada de  la ópera a la que acudió, como si fuese un certificado de "hombre culto".