Consejos del Siglo XVIII para el Siglo XXI
Históricamente el cuidado de la salud en España estuvo en manos de médicos imbuidos de la medicina hipocrática y galénica, pero aceptando los preceptos de la religión como fuente de salud física y espiritual. Así, la búsqueda del equilibrio entre los cuatro humores (bilis negra, bilis, flema y sangre) que daba lugar a cuatro temperamentos (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático) fue la constante durante casi veinte siglos. Pero tan importante como el equilibrio de los humores para la salud, fue la alineación con la moral cristiana. Las virtudes cardinales como principios vitales (justicia, prudencia, fortaleza y templanza ) y los pecados capitales como fuente de enfermedad (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia han sido hasta bien entrado el siglo XX cuestiones no sólo de los púlpitos, sino también de las cátedras en las facultades de medicina.
De esta mezcla se derivaban, en muchas ocasiones, intervenciones más de confesionario que de práctica médica, pero a veces encontramos cosas razonables como ésta del año 1730: "Varios son los temperamentos de los hombres, varias
las inclinaciones y las costumbres: de la disposición humana nace la altanería
de los apetitos y de la repetición de actos la costumbre: unas y otras son
vencidas del poder del entendimiento y de la fuerza del alma. Hay sujetos de
natural fácil, otros son tardíos y perezosos, otros duros en administrar los
consejos: unos inclinados a la indignación, otros a la cólera, otros al amor, y
derribándose un poco a los deleites políticos vemos a unos que solo se alegran
con la música, otros que se entristecen con ella; unos amantes de los pueblos,
otros de la soledad; unos deseosos de la exaltación, otros cobardes en esta
soberanía ; y últimamente, en cada individuo experimentamos odio a unas
acciones, y amor a otras.
El que fuere afecto a la música, alégrese con ella a
pesar de los soberbios melancólicos que se pudren de no sujetar las acciones
a su propio arbitrio: vístete como tu
quisieres, ríete cuando te venga la gana, y no hagas caso de lo que pueden
decir, pues cuantas acciones hicieres todas tendrán apoyo en unos y murmuración
en otros; y lo mejor es, ponerte del bando de tu genio y de tu amor, y deja
vivir a los demás con sus manías, pues ni tú naciste a enmendarlos a ellos, ni
éstos han venido a corregirte a ti: cada uno viene encargado de asistir a sus
sentidos, y socorrer a su alma, y los demás cuidados no le tocan."