el cazurro ilustrado

16 julio 2017

Consejos del Siglo XVIII para el Siglo XXI

Históricamente el cuidado de la salud  en España estuvo en manos de  médicos imbuidos de  la medicina  hipocrática y galénica, pero  aceptando los preceptos de la religión como fuente de salud física y espiritual.  Así, la  búsqueda del  equilibrio entre los cuatro humores (bilis negra, bilis, flema y sangre) que daba lugar a cuatro temperamentos (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático) fue la constante  durante casi veinte siglos. Pero tan importante como el  equilibrio de los humores para la salud,  fue la alineación con la moral cristiana. Las  virtudes  cardinales como principios vitales (justicia, prudencia, fortaleza y templanza ) y los pecados capitales  como fuente de enfermedad (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia han sido  hasta  bien entrado el siglo XX cuestiones no sólo de los púlpitos, sino también de las cátedras en las facultades de medicina.
De esta mezcla  se derivaban,  en muchas ocasiones, intervenciones más de confesionario que de práctica médica, pero a veces encontramos cosas razonables como ésta  del año 1730: "Varios son los temperamentos de los hombres, varias las inclinaciones y las costumbres: de la disposición humana nace la altanería de los apetitos y de la repetición de actos la costumbre: unas y otras son vencidas del poder del entendimiento y de la fuerza del alma. Hay sujetos de natural fácil, otros son tardíos y perezosos, otros duros en administrar los consejos: unos inclinados a la indignación, otros a la cólera, otros al amor, y derribándose un poco a los deleites políticos vemos a unos que solo se alegran con la música, otros que se entristecen con ella; unos amantes de los pueblos, otros de la soledad; unos deseosos de la exaltación, otros cobardes en esta soberanía ; y últimamente, en cada individuo experimentamos odio a unas acciones, y amor a otras.
El que fuere afecto a la música, alégrese con ella a pesar de los soberbios melancólicos que se pudren de no sujetar las acciones a  su propio arbitrio: vístete como tu quisieres, ríete cuando te venga la gana, y no hagas caso de lo que pueden decir, pues cuantas acciones hicieres todas tendrán apoyo en unos y murmuración en otros; y lo mejor es, ponerte del bando de tu genio y de tu amor, y deja vivir a los demás con sus manías, pues ni tú naciste a enmendarlos a ellos, ni éstos han venido a corregirte a ti: cada uno viene encargado de asistir a sus sentidos, y socorrer a su alma, y los demás cuidados no le tocan."