Facilidad para los idiomas.
En los tiempos en los que viajar al extranjero era ardua tarea, puesto que ni en trenes, ni en coches, ni en aviones era posible el viaje, después de armarse de mucho valor y de bastante paciencia, inició el viaje un profesor español hacia Francia. Más de un mes tardó en llegar a París y ya en las aulas de la Sorbona bebió de la cultura francesa hasta el paroxismo. Bien empapado de la Ilustración , de Revolución, de Libertad, igualdad y fraternidad, retornó a España y a la mínima oportunidad no dejaba de ponderar y de alabar la agudeza e inteligencia de los franceses. Invitado a una tertulia, decía que estaba asombrado de ver que en Francia los niños de tres y cuatro años sabían hablar la lengua francesa, cuando en España apenas si había alguno de trece o catorce que la supiera, demostrando, con este argumento, la superior inteligencia de los franceses.