Prevención de las desgracias.
Diógenes Laercio cuenta que en Atenas había una casa en la que todos nacían locos, y que había otra casa en la que todos nacían bobos; en el transcurrir del tiempo cayó en la cuenta el Senado, que decretó que tales casas no sólo no se habitasen, sino que se derribasen. Herodiano dice que en Roma había una casa, en la cual todos los dueños morían de muerte súbita; los vecinos se lo contaron al emperador Aureliano, y éste la mandó derribar y quemar. Solón prohibió en sus leyes a los atenienses que vendiesen las cosas de los muertos, ordenando que se repartiese todo entre los herederos, diciendo que si el muerto tenía alguna cosa con mala fortuna o desdichada, se quedase en su familia y parentela y no pasase a la república. Después de que murieron Calígula y Nerón, muy infames los dos , ordenó el Senado que todas sus riquezas fuesen quemadas y enterradas, temiéndose que en aquella hacienda tiránica estuviese escondida alguna mala fortuna, por la cual Roma se podría perder. Estas maneras de prevenir las posibles futuras desgracias, son como las de aquel director general de RENFE, que, informado por los técnicos de que en caso de accidente, los viajeros del último vagón serían los que sufrirían más heridas y muertes, mandó que quitaran el último vagón de todos los trenes.