Una de burras con mala baba.
Puesto el cura en tal tesitura y valorando los pros y los contras de cada una de las propuestas, argumentó que su condición de religioso le impedía usar el nombre de Dios en vano, por lo que, con hondo pesar en su corazón, se decidió por la segunda parte de la proposición. Hicieron corro los zíngaros, situándose en el centro el cura y la burra. No debió gustarle mucho a la burra lo que el cura intentaba, porque no paraba de moverse. Cansado el cura de los fallidos ensayos orgiásticos, exclamó: “cagüendios, sujetad a la burra”.
Así pues, muchas de las proposiciones disyuntivas que nos ofrece la vida, se convierten en conjuntivas; el “o” se torna en “y” como consecuencia a los más oscuros designios del destino. Además, el relato pone de manifiesto la injustificada inquina del vulgo no ya solo contra la etnia gitana, sino también contra los representantes de dios en la tierra.
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