el cazurro ilustrado

16 julio 2008

Conducir(se) supersticiosamente.


Los monjes budistas del monasterio del Garraf en Barcelona han diseñado un casco de color oro y rojo, con simbología pacifista y con el “mantra de la sabiduría” en su interior, ya que, según sus “investigaciones”, el contacto de este mantra con la coronilla del motorista es capaz de cambiar su comportamiento. Hasta aquí la noticia no pasa de ser una curiosidad más de las múltiples que se producen cada día y que tienen como base las creencias religiosas; unos llevan a San Cristóbal, patrón de los conductores, como protector o a cualquiera de las más de once mil vírgenes a las que se les puede atribuir la misma función, o se persignan y rezan mientras conducen a fin de evitar accidentes.... pero la necia curiosidad se convierte en infamia cuando el casco en cuestión se presenta en la Dirección General de Tráfico, con el apoyo de su director.
Los comportamientos supersticiosos en cualquier ámbito de la vida son peligrosos, sobre todo en la conducción, ya que cuando el conductor “ supersticioso” muestra actividades o conductas que no tienen ninguna relación demostrada con el buen conducir, se vuelve responsivo a un conjunto de estímulos que no tienen relación funcional con la buena conducción. Derivar reglas comportamentales de contingencias advenedizas puede suponer ya no solo la irrelevancia de tal comportamiento ( regulado por esa regla) sino que puede tener efectos negativos puesto que el conductor fiará sus prácticas al casco mántrico ( como otros se fían de herraduras, patas de conejo, relicarios o medallas) y las buenas prácticas pierden relevancia en favor de la inmunidad otorgada por el mantra.
Así pues, esperemos que el “mantra de la sabiduría” o su “ángel de la guarda” hagan una extensa mancha de inteligencia en la blanca y larga túnica de la estupidez que llevan puesta quienes fían la conducción a supersticiones.


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