el cazurro ilustrado

08 julio 2008

Rajoy, Zapatero y la eutanasia.

Rajoy habló de la “irresponsabilidad atroz” de Zapatero por reabrir debates que dividen a los españoles, como el aborto y la eutanasia. Zapatero le contestó que el debate sobre la eutanasia ya se ha resuelto en los países europeos más avanzados hace diez años. Pero el debate sobre la eutanasia y su aplicación han estado presentes desde que los humanos reflexionan sobre la vida. Así , un verso de la Grecia clásica dice: "O una vida tranquila o una muerte feliz. Hermoso es morir cuando la vida es un oprobio; vale más dejar de existir que vivir en la desdicha."
El rey de Siria Antioco compró como esclavo a un joven espartano e intentaba obligarle a hacer penosos trabajos. Este muchacho le dijo: “tú verás el siervo que has comprado; sería para mí deshonrosa la servidumbre, teniendo la libertad en mi mano” y diciendo esto se precipitó de lo alto de la casa en que lo guardaba.
Boyocalo, cabeza visible de los Ansibarios, dijo a un romano: "¿Por qué te quejas de este mundo? libre eres, ninguna sujeción te liga a él; si vives rodeado de penas, culpa de ello a tu cobardía. Para morir no se precisa sino una poca voluntad".
Los estoicos afirmaban que el hombre cuerdo obra conforme a naturaleza abandonando la vida, aun siendo dichoso, siempre que la deje oportunamente; y que sólo es propio de la locura el aferrarse a la existencia cuando ésta es insoportable.
Tenía Speusio insoportables dolores a causa de la hidropesía; le vió Diógenes y le dijo: “A ti no te deseo salud ninguna, pues que te resignas a vivir en ese estado”. Tiempo después Speusipo se dio muerte cansado de soportar una situación tan penosa.
Plinio dice que algunas enfermedades pueden instigar legítimamente al hombre al suicidio para evitar los dolores que acarrean y lo ve como un privilegio de los hombres, ya que los dioses no pueden suicidarse. Cuenta también que la vida de los habitantes de cierta nación, merced a la dulzura del clima y salubridad del aire, no acababa comúnmente sino porque la muerte se buscaba adrede . Estando ya cansados y hartos de la existencia, al llegar a una edad avanzada, después de haberse propinado una buena comida, se arrojaban al mar desde lo alto de una roca destinada a tal servicio.
Pelagia y Sofronia se dieron muerte, la primera arrojándose en un río con su madre y sus hermanas a fin de evitar la brutalidad de unos soldados, y la segunda para escapar a la furia del emperador Majencio. Ambas fueron canonizadas.
Antiguamente, en Marsella se guardaba veneno preparado con cicuta, a expensas del erario, para aquellos que querían apresurar el fin de sus días. Para que el suicida pudiera realizar su propósito era indispensable que los seiscientos que formaban el Senado de la ciudad aprobaran las razones que la obligaban a quitarse la vida; sin la licencia del magistrado y sin motivos legítimos no era permitido darse la muerte, según cuenta Montaigne. Como veis, ante el dolor extremo o la seguridad de una muerte peor que el suicidio muchos tuvieron los más excusables motivos y las mas comprensivas razones para abandonar la vida, aun en ausencia del debate sobre la eutanasia.

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