Ambiente y resistencia.
Paseaba Herodoto por un lugar donde hacía tiempo había tenido lugar una cruel batalla entra los persas y los egipcios. Se encontró en el suelo los huesos de los combatientes, a un lado los de unos y otro los de los otros. Notó que los cráneos de los persas eran frágiles y a la mínima presión se resquebrajaban; en cambio, las calaveras de los egipcios eran tan duras que no había forma de romperlas. Se dió cuentaz que desde niños, los egipcios se afeitaban la cabeza para curtir sus cráneos y endurecerlos con el calor del sol, motivo por el que, además, apenas había calvos entre ellos. Por el contrario, los persas tenían las cabezas tan débiles, porque desde la más tierna infancia, las defendían del sol cubriéndolas con sombreros y turbantes. Así pues, incluso después de muertos, pueden observarse las determinantes influencias del entorno, no sólo en los comportamientos sino también en las estructuras que los hacen posibles, comprobándose, una vez más, que las tormentas hacen que los árboles tengan las raíces más profundas