Un mes del año de la Ciencia y la Tecnología.
Ha transcurrido ya un mes del “año de la ciencia” y a no ser que se considere el vergonzante programa “Cuarto milenio” de Iker Jiménez como de divulgación científica, poca o nula difusión de la ciencia y la tecnología ha habido a lo largo de este mes. La ministra Mercedes Cabrera destacaba que uno de los objetivos fundamentales del Año de la Ciencia era crear nuevos y mejores canales para transmitir el conocimiento científico y tecnológico a la ciudadanía para hacerla más consciente de la importancia que este ámbito tiene en el desarrollo y el progreso. A este paso necesitaremos, no un año sino un siglo entero para que la ciudadanía se de cuenta de que cuando la ciencia no se conoce, no hay ni cordura, ni verdad, ni consejo creíble, ni forma de averiguar quienes son necios. Con más ciencia aumentará la cordura, la prudencia, la inteligencia y hasta la paciencia; sin ella seguiremos perdidos entre los mucho que tenemos o aspiramos a tener y lo poco que sabemos.En el nacimiento de Alejandro magno, su padre escribió una carta a Aristóteles en la que decía: “La Reina Olimpias, mi mujer, me ha parido ahora de nuevo un hijo, por el cual don, y merced doy infinitas gracias a los Dioses, y esto no tanto porque me dieron hijo, cuanto porque me le dieron en tu tiempo, porque tengo por muy cierto le aprovechará más lo que de ti ha de aprender, que no los Reinos que de mí ha de heredar”. A ver si el año de la ciencia consigue que nos alegremos de que nuestros hijos hayan nacido en el siglo de la ciencia y la tecnología y no en el de la ignorancia y la superstición.