Regalos no tan desinteresados.
Es práctica habitual entre los humanos hacerse regalos y más en estas fechas. Esta costumbre, si nos fiamos de los etólogos y antropólogos, tiene orígenes ancestrales y se encuentra también en los animales, que “regalan” alimentos sobre todo en los periodos de cortejo y crianza.
Marvin Harris mantiene que el regalo es uno de los principios de la economía de los pobres: “dar cuando tienes para recibir cuando no tengas”, estableciéndose así tres responsabilidades: la obligación de dar, el deber de aceptar y la obligación de corresponder.
Entre la tribu esquimal de Kwakiutl, cuando alguien quiere hundir a su rival, lo que hace es mostrarse muy “generoso” con él, hasta el extremo que le hace regalos tan abundantes, que al no poder ser correspondidos, el “agraciado” puede llegar a suicidarse. Usan un refrán ilustrativo de la situación: «con los regalos se hacen esclavos, de la misma manera que con el látigo se hacen perros».
Rochefoucauld aseguraba que damos auxilio a otros para comprometerlos a que nos lo proporcionen en ocasiones similares; y esos servicios que les prestamos son, propiamente hablando, bienes que nos hacemos a nosotros mismos por adelantado.
El saber popular afirma que el que regala bien vende, si el que lo recibe lo entiende.
Parece entonces que detrás de la altruista, desinteresada y generosa costumbre de hacer regalos, pueden esconderse las más aviesas intenciones, las más sibilinas humillaciones o un ambiguo castigo. Cuidado con lo que te regalan y atención a lo que regalas.