"Chute" de adrenalina.
La adrenalina es una hormona que prepara al organismo para responder rápidamente ante cualquier amenaza o peligro. Aumenta la glucosa en la sangre, la tensión arterial, el ritmo cardiaco, la respiración y dilata la pupila para mejorar la visión. Podemos suponer que esta hormona ha tenido una función claramente adaptativa, logrando que los humanos respondieran inmediatamente ante las contingencias amenazantes, probabilizando la eficacia en el ataque o en la huida en situaciones hostiles.
La escasa presencia de situaciones adversas en nuestra sociedad hace que mucha gente programe voluntariamente las condiciones en las que la adrenalina corra a raudales por sus venas y arterias.
Si antes había que defender emplazamientos, buscar cuevas para esconderse, subir a montañas para refugiarse, emboscarse o montar a caballo para huir, ahora, a falta de estos trances, se busca la sensación de estar vivo, poniendo la vida en peligro, entrando en cuevas, montando en ala delta, practicando parapente, puenting, rafting, descenso de cañones, escalada, paracaidismo o, simplemente pisando el acelerador a fondo. El problema está en que, en situaciones naturales la adrenalina cumple una función de alerta para que la conducta a ejecutar sea más eficaz y en las situaciones artificiales sólo existe la función de generar adrenalina y salir así de la monótona vida posmoderna con un chute, confundiendo, una vez más, los medios con los fines.