el cazurro ilustrado

01 diciembre 2006

Pastorales, pastoradas y pobres ovejas.


Estos días recordaremos a Santa Bárbara, patrona de los mineros, armeros, fundidores, prisioneros, artilleros, bomberos y pirotécnicos, aunque no truene. De la misma manera, evocaremos un poco más adelante a los pastores, por aquello del portal y nos olvidaremos de las ovejas, que son su razón de ser. Las ovejas, afortunadamente, no dan cornadas como los toros, ni tienen ponzoña en los dientes como las víboras, ni dan coces como las yeguas, ni clavan las uñas como los gatos, ni muerden como los perros, ni matan como los osos; no poseen armas para defenderse pero tienen entendimiento para obedecer al pastor.
Con su carne se hacen asados, guisos y cecinas; con la leche se hacen sabrosos quesos; con la piel se hacen zapatos y bolsos; con la lana se hacen ropas y alumbran corderos lechales que lucirán en muchas mesas a finales de diciembre; su recuento quita el sueño al pastor y ayuda a dormir a los insonmes y lleva la misma cara cuando va hacia el cuchillo del carnicero que cuando va a pacer al puerto. Así pues, de la simple oveja, que a nadie hace daño, se aprovecha casi todo, pero sólo las recordamos para hablar de las negras, las decarriadas o las muertas. Justo sería que en este tiempo de pastorales y pastoradas adquiriera la oveja el protagonismo que se merece, entre tanto rebaño de lobos, siempre dispuestos a disfrazarse de corderos para hincar el diente a las chuletillas.