Consideración, salud y vejez.
La noticia está en la calle y en la red: “Una vacuna frenaría dolencias de la vejez. Un grupo de científicos estudia un nuevo medicamento que podría parar el deterioro del sistema inmunológico. Según los investigadores, el 70% de la población estaría infectado con un virus silencioso, el citomegalovirus. Varios científicos trabajan en la creación de una vacuna que lograría frenar la aparición de muchas de las dolencias de la vejez, informaron desde Innsbruck, Austria, expertos del Primer Congreso Europeo sobre Investigación de la Vejez.”
Desde siempre, los jóvenes desean vivir mucho tiempo y los viejos no quieren morir. Para ello no desprecian ninguna medicina ni les duelen gastos con cualquier esperanza de vida.
Platón decía que no hay mayor felicidad como la salud porque el hombre perseguido por la enfermedad, ni está contento con las riquezas, ni disfruta con los placeres.
Plinio afirmaba que al viejo no hemos de decirle que está enfermo porque no es otra cosa la vejez sino una sanidad imperfecta y una enfermedad no acabada.
Séneca aseguraba que la diferencia que sentía entre haber sido mozo y ser viejo consistía en que cuando enfermaba de joven le dolían uno o dos miembros y de viejo, aunque estuviera sano, le dolían todos juntos, de forma que era mas tolerable la juventud con enfermedad que no la vejez con salud.
Si se valoraba la salud y la juventud, también se preocupaban en la antigüedad por la vejez. Las leyes de los Lacedemonios ordenaban que cuando pasasen junto a los viejos, los jóvenes les hiciesen reverencias; que donde hablaran los viejos, callasen los mozos y que si algún viejo fuera pobre, lo sustentara generosamente la República.
En Roma los viejos tenían el privilegio de sentarse el la cabecera de la mesa, de ir delante en las celebraciones, de sentarse solos en los templos, de hablar los primeros en el Senado, de cenar a escondidas y de ser creída su palabra en cualquier testimonio.
También hoy los viejos tienen achaques que la medicina intenta remediar con miles de fármacos, pero a veces, el respeto hacia ellos se limita a buscarles plaza en una residencia de tercera edad, donde esperan la muerte como remedio a la vejez, de igual manera que los jóvenes salen de su estado con la llegada a la vejez. Pero nadie es tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan joven que no pueda morir hoy.