el cazurro ilustrado

13 noviembre 2006

Vacas y trenes.

Se comentaba en Roma que en la conquista de Italia Aníbal mató a tantos romanos, que si los muertos se convirtieran en vacas y la sangre derramada en vino, sobraría para que se alimentara durante mucho tiempo el numeroso ejército que comandaba. Si las vacas que han muerto bajo las ruedas de los trenes se convirtieran en soldados y la sangre vertida en armas, la tropa sería tan numerosa y estaría tan bien equipada que por un indefinido periodo no necesitaría el Estado llamar a ningún recluta para su defensa.


Ayer mismo, a la altura del pueblo de Campo hermoso, el tren de vía estrecha que cubre la línea Cistierna-León, arrolló a dos vacas que plácidamente intentaban cambiar de pastizal sin haber calculado previamente el riesgo que supone cruzar el camino de hierro que corta en dos mitades su fuente de alimentación.
Y es que hay días tan aciagos que ni FEVE gana para trenes, ni las pobres vacas para disgustos, ni el ingenuo ganadero para vacas.