el cazurro ilustrado

17 noviembre 2006

Lo prometido y lo temido.


Santa Teresa no necesitaba ni el cielo prometido ni el infierno temido para comportarse de acuerdo a unas determinadas reglas. Sin embargo, sin que nadie haya estado en ninguno de ellos, su sola invocación ha llevado a muchas personas a cometer verdaderas locuras para conseguir uno o evitar el otro. La anticipación de intensas consecuencias reales o imaginadas ha hecho cambiar multitud de comportamientos en los humanos.
Recuerdo vagamente una historia que habla de un antiguo pueblo en el que las mujeres, de repente y sin saber cómo ni por qué, comenzaron a hacer cosas muy extrañas, a cometer todo tipo de atropellos, a emprender las acciones más extravagantes , a obrar en contra de la razón, a urdir insensatas intrigas y, finalmente, a degollarse y lincharse entre ellas, sin que se encontrara ni la causa, ni la medicina que pudiera remediar tales desmanes. El consejo de los más viejos del lugar decidió que la mujer que muriera como efecto de aquellos arrebatos, sería llevada desnuda por todo el pueblo antes de darle sepultura. Cuando las mujeres vieron que de verdad la orden se cumplía, fue tan intensa, vergonzosa y bochornosa la consecuencia que anticiparon, que cesó aquella insólita enfermedad tan de repente como había aparecido.