Animales urbanos.
Hubo un tiempo en que los animales, desde que nacían hasta que morían, sabían lo que tenían que hacer: mamaban a sus madres, pacían hierba, excavaban buscando gusanos o bebían agua de las fuentes en cualquiera que fuera su estado, sin necesidad de ningún condimento ni aditamento vitamínico. Además, conocían a sus enemigos y huían de ellos: las ovejas de los lobos, los ratones de los gatos, los gatos de los perros, las gallinas de las águilas..... incluso soportaban cargas, apaleamientos, hambres y duros caminos y morían sin sepultura para convertirse sus cuerpos en alimento de otros; pero ahora, precisamente cuando los humanos han huido del mundo rural para instalarse en las ciudades y ya no los necesitan tanto, pocos hay que no tengan en su piso unas tortugas, unos peces, unos pájaros, un perro, un gato o algún ejemplar de especies exóticas. Sacados de sus entornos naturales y alimentados a la carta, más que animales parecen hombres en su peor versión, porque ni saben buscar su comida, ni quienes son sus adversarios, ni cual es su función y hasta los visten con ridículos ropajes mientras viven y los entierran en lujosos sepulcros. Si pudieran elegir, probablemente abandonarían al vuelo o a la carrera la larga y anodina vida urbana, por una más corta y trepidante vida en su ambiente natural.