La cal, viva o muerta.

Para producir cal alternaban en el calero capas de leña y de piedra caliza. Prendían fuego a la leña y cuando la piedra alcanza una alta temperatura se convierte en cal viva. La cal tuvo múltiples usos: mezclada con arena hizo de argamasa y mortero para juntar piedra con piedra en la construcción. Con cal se blanqueaban las casas; con cal se desinfectaban los establos, con cal se pintaban los troncos de los árboles frutales para evitar plagas; con cal neutralizaban los suelos ácidos; con cal depuraban los pozos “ciegos”; con cal curaban enfermedades de los animales; con cal combatieron epidemias de cólera, tifus y peste; con agua de cal paliaron laringitis, faringitis, amigdalitis, vómitos, diarreas y acidez de estómago; con cal consiguieron ropa más blanca; con cal curtireron pieles y con cal cubrían los cadáveres de los animales.
Viva o muerta, fue la cal uno de los elementos que más contribuyó a la supervivencia en la montaña. Con cantos y cal cerraron la entrada a muchas hostilidades del entorno.
