el cazurro ilustrado

30 junio 2006

Sociedad sindrómica.

Los síndromes se definen por la agrupación de signos y síntomas basada en su frecuente coocurrencia, que puede sugerir una patogenia, una evolución, unos antecedentes familiares o una selección terapéutica comunes; simplemente se quiere decir que un número de características físicas y/o evolutivas ocurren juntas. Así pues, cuando hablamos de “síndrome” no estamos haciendo otra cosa que describir conjuntos de contingencias, lo que nos lleva a sindromizar, a poco que nos lo propongamos, cualquier situación de la vida cotidiana porque en ellas están presentes o se anticipan múltiples contingencias.
Cada vez que echamos un vistazo a los “ nuevos síndromes” nos parece imposible no padecer uno, dos o varios a la vez.
Mirad estos, cogidos al azar:
Síndrome general de adaptación: Reacción fisiológica provocada por la tensión crónica, cuya finalidad es suprimir los efectos de ésta y permitir al organismo conservar sus recursos. La pauta se divide en tres etapas: 1) la reacción de alarma, 2) la resistencia y 3) el agotamiento.
Síndrome "cool site": Afán de los autores de webs porque visiten su página lo que obliga a hacer un sitio muy elaborado, con precargas rebuscadas y algún tipo de enredo visual que no deja ver lo realmente es importante: aquello que deseamos y debemos comunicar.
Síndrome postvacacional: Molestias físicas o psicológicas originadas por un cambio de rutina al final del verano, un trastorno que afecta al 35% de los trabajadores.
Síndrome de Ulises: Afecta a los inmigrantes. No es un trastorno depresivo estándar, porque aunque sienten mucha tristeza, más que estar deprimidos, se encuentran apesadumbrados. La apatía clásica de la depresión, en este caso, se transforma en ganas de luchar. Tampoco les rondan por sus cabezas ideas de muerte, al contrario, tienen ganas de vivir. Presentan frecuentemente síntomas de ansiedad: nerviosismo, tensión, viven obsesionados con sus preocupaciones. Esto les causa insomnio. Además, se encuentran solos porque no tienen ninguna red de apoyo social, con lo que están muy asustados. Piensan que nadie les va a ayudar y no tienen ninguna confianza en las instituciones porque no tienen papeles.
Síndrome de Diógenes:Lo padecen personas mayores con comportamientos huraños que viven recluidos en sus propios hogares y rehuyen cualquier contacto y acumulan gran cantidad de objetos inservibles y basura en sus casas.
Síndrome de Wendy :Un trastorno basado en la necesidad de satisfacer al prójimo; miedo al rechazo, al abandono, deseo de complacer a los demás y sobre todo a la propia pareja. Una compleja conducta que a simple vista no tiene patología alguna y guarda una estrecha relación con el que viene a continuación.
Síndrome de Peter Pan: Descrito por el psicólogo Dan Kiley en 1983. Hace referencia a todos aquellos hombres y/o mujeres que no quieren crecer.
Síndrome de Jerusalén: Quienes lo padecen están literalmente embriagados por la Ciudad Santa. Los síntomas aparecen al día siguiente de su llegada a Jerusalén, cuando empiezan a sentir un nerviosismo o una ansiedad inexplicables. Si vienen en grupo o con familiares, sienten de pronto la necesidad de estar solos y se apartan de los demás. Pronto comienzan a realizar actos de purificación y abluciones, como baños y duchas, o inmersión en un baño ritual. A menudo se cambian de ropa, con clara preferencia por las túnicas blancas, a fin de parecerse a personajes bíblicos, porque en su mayoría deseaban identificarse con alguna figura bíblica del Nuevo o del Antiguo Testamento. Los períodos críticos son las festividades religiosas como la navidad.
Síndrome de Florencia: Identificado por los psiquiatras italianos, que hace tiempo observaron una tendencia entre los turistas y visitantes de la ciudad a actuar de modo raro e irracional. Son las obras de arte y la belleza de la propia ciudad las que provocan ese comportamiento (según ellos).
Síndrome de Münchhausen: Consiste en una simulación repetida de enfermedades físicas, usualmente agudas, aparatosas y convincentes, por una persona que vaga de un hospital a otro en busca de tratamiento.
Síndrome de Burn out: Es un tipo específico de estrés laboral. Es padecido por los profesionales de la salud y educadores, los cuales, en su voluntad por adaptarse y responder eficazmente a un exceso en las demandas y presiones laborales, se esfuerzan de un modo intenso y sostenido en el tiempo, con una sobreexigencia y tensión que originan importantes riesgos de contraer enfermedades y afectar negativamente el rendimiento y la calidad del servicio profesional.
Síndrome de Alineación Parental: se refiere a un trastorno cuya principal manifestación es la campaña injustificada de denigración del niño hacia el padre, o el rechazo al mismo , debido a la influencia del otro combinada con la propia contribución del niño. (American journal of forensic psychology).
Síndrome de adaptación paradójica a la violencia doméstica: Describe a la mujer que mantiene silencio sobre el maltrato que está sufriendo. Se encuentran diversos procesos paralizantes generados y mantenidos por el miedo, la percepción por la víctima de una ausencia de vías de salida de la situación de tortura, y la carencia de recursos alternativos, sobre todo en el caso de mujeres con hijos que no vislumbran, por causas variadas, un apoyo externo viable.
Síndrome de la abuela esclava: Afecta a mujeres maduras sometidas a una sobrecarga física y emocional y que origina graves y progresivos desequilibrios, tanto somáticos como psíquicos; por cuidar a sus nietos o a algún familiar con enfermedad grave.
Síndrome de fatiga crónica: Esta dolencia es más común entre las mujeres de 40 a 60 años de edad y se caracteriza por varios síntomas debilitantes, como fatiga inexplicable, problemas para dormir, problemas de memoria, de concentración y dolor.
Síndrome Premenstrual: ocurre durante los días que preceden a la menstruación y que cursa con inestabilidad emocional, irritabilidad, insomnio y dolor de cabeza.
Existen muchísimos, tan dudosos o tan evidentes como los queramos ver y más aparecerán, como las setas en primavera.
Mas nos valdría hacer descripciones mas sistemáticas, veraces y cabales, registrando la pluralidad de los problemas y contextualizándolos. Dejaríamos entonces de psicopatologizar la vida y comprenderíamos que la mayoría de los problemas cotidianos y sus posibles soluciones nada tienen que ver con supuestos síndromes, ni con enfermedades mentales, sino con las maneras aprendidas de enfrentarse a la realidad.