el cazurro ilustrado

08 julio 2006

Neurolatirismo, leguminosas y remedios.

Muchas leguminosas, algunas de ellas en desuso, con nombres diferentes según la comarca o región en que nos situemos: Almorta; Alverjón; Arvejo cantudo; Arvejote; Bichas; Cicércula; Diente de muerto; Guija; Muela; Pedruelo; Pinsol; Pito o Tito, contienen sustancias tóxicas para el organismo humano si se consumen reiteradamente (un mínimo de 300 gramos diarios durante tres meses).
El Neurolatirismo o latirismo se conoce desde Hipócrates de Cos (460-377 a. C.) que ya habla de él en su “Libro de las epidemias”, relacionado con el consumo de leguminosas. Es un desorden del sistema nervioso central, que se inicia, a veces , con dolor agudo, parestesias y paresia de las extremidades inferiores, manifestándose una paraparesia con espasticidad, hiper-reflexia tendínea y reflejos plantares extensores, es decir, una paraparesia o paraplejia espástica, con una marcha "en tijeras". Otras veces se manifiesta una gradual paraperesia espástica y posteriormente se añaden parestesias, alteraciones esfinterianas y disfunción eréctil.
A pesar de estos “ efectos secundarios”, en periodos de escasez, hambre o miseria, no hubo más remedio que consumirlas masivamente, porque siempre es mejor padecer latirismo que morir de hambre. Al finalizar la guerra civil se describieron bastantes casos en nuestro país; sin embargo, en la montaña, a pesar de que estas tóxicas leguminosas también se consumían, no padecieron neurolatirismo porque desde tiempo inmemorial utilizan habitualmente el remojo (durante una noche, tirando el agua) y la cocción abierta (sin tapar el puchero) para eliminar las toxinas, ya que son sustancias hidrosolubles y termolábiles. Así pues, sin poder establecer el por qué, en la montaña, ya antes de ver “las barbas del vecino pelar”, ponían “las suyas a remojar” ( durante toda la noche).