Vacaciones, fiestas, santos, cristos y vírgenes.

Se constata, a poco que se mire, que la mayoría de la gente, aún cuando acude a algún ritual para la devoción al Cristo, Virgen o Santo de turno, no sólo no son creyentes, sino que pueden ser blasfemos habituales u hostiles en mayor o menor grado con el clero y todo lo que representa.
El comportarse como buenos cristianos, participando de manera activa en las actividades rituales que implica dicha condición, es algo perfectamente compatible con la carencia absoluta de fe. «Se puede ser católico ferviente y practicante sin ser creyente» dice Belmont, y así se hace en cualquiera de las “Grandes fiestas en honor de.....” en todos los pequeños pueblos que conozco.