el cazurro ilustrado

03 julio 2006

Prados verticales.



Los árboles han sido y siguen siendo los mejores trabajadores de la montaña. No descansan, son sumisos, trabajan 24 horas día, piden poco y dan mucho. Regeneran el aire que respiramos, dan frutos útiles a hombres y animales, nos consuelan con su sombra en los tórridos días de verano; sus ramas y troncos nos dan calor en las gélidas noches de invierno; defienden nuestra salud; nos garantizan la vida y, generalmente, crecen y se multiplican sólos, sin necesidad de contínuas labores. Por eso la experiencia del montañés es, en gran parte, tributaria de los árboles. Muchas de las sensaciones, recuerdos y sentimientos están ligados a las experiencias que hemos tenido, y estas están ligadas a los árboles que nos han dado protección. Y por eso fueron considerados como prados verticales. Las hierbas de los prados (horizontales) se transfoman en leche y carne, a través de los animales, para alimento humano. Las ramas de los árboles, podadas en otoño y guardadas en los pajares, eran parte de la dieta del ganado, cuando los prados estaban cubiertos de nieve y los árboles generosamente desnudos, después de habernos prestado su ropaje.