Emociones imaginadas.
Las emociones son las respuestas filogenéticamente más antiguas, de aparición rápida y adaptativa, que sirvieron (y sirven) para mejorar la supervivencia. Ante una estimulación, la respuesta emocional nos “informa” de la utilidad y agradabilidad de tal situación estimular. Si la estimulación es favorable, decimos que tenemos emociones positivas ( alegría, satisfacción, deseo....) Si la estimulación es desfavorable, aparecen las emociones negativas (tristeza, sufrimiento...). Una vez tenida una emoción ante una determinada situación estimular, el organismo tiende a repetir el mismo tipo de respuesta ante configuraciones estimulares similares. La conducta puede estar acompañada de emociones positivas o negativas quedando reforzada o debilitada en función del logro o no del reforzador - del éxito o fracaso en la respuesta-.
Pero muchas emociones no sólo aparecen cuando la estimulación requirida está presente, sino que imaginando el futuro o recreando el pasado también hay manifestaciones emocionales, que van desde el deseo de alcanzar metas hasta el temor de perder lo que tenemos; desde la esperanza en un futuro sentido como alegre hasta la angustia provocada por un futuro temido.
Imaginando situaciones inexistentes, nos emocionamos. Si las emociones son positivas, adelante; si nos producen emociones negativas deberíamos caer en la cuenta que son evitables. Démonos cuenta de que no podemos perder los que no tenemos y no tenemos ni el pasado ni el futuro, así que nadie nos lo puede quitar.