el cazurro ilustrado

17 julio 2006

Bajo el signo de Caín.


La historia humana se nos presenta como la historia de la lucha sistemática que el hombre ha sostenido y sostiene contra el hombre (Th. Hobbes-Homo homini lupus-). Ningún otro animal, a excepción de algún roedor, practica el asesinato habitual contra miembros de su propia especie; en el hombre el asesinato no sólo es habitual, sino que en ocasiones es largamente deliberado y gratuito. La tortura, la humillación, la amenaza, el terror son algunos de los muchos eslabones que configuran la larga cadena de agresiones, prácticas corrientes del hombre para con el hombre a las que no es fácil hallar paralelo en el mundo animal.
Por lo general un animal matará para defender a su prole, a su grupo, a sí mismo, o para abastecerse de la cantidad necesaria de alimento. Al margen de tales motivaciones, su convivencia con el resto de los seres vivos es perfectamente pacífica. Sólo el hombre, que gusta verse como elegido de los dioses y cima del mundo, es la excepción de la regla. Sólo a él parece convenirle el adjetivo CRUEL.
Hobbes y Rousseau defendieron posturas diferentes para explicar el fenómeno, el primero sugirió que tales comportamientos son lastre ineludible e inevitable de la condición humana, el segundo subraya la bondad natural del hombre; bondad corrompida y maleada por las estructuras sociales. Estas posturas son las precedentes de la moderna polémica que enfrenta a los partidarios de la naturaleza biológica e instintiva de la agresión humana con aquellos otros que la hacen depender del ambiente y de las circunstancias sociales y culturales.
Raymond Dart será contundente: " Los archivos de la historia humana, bañados en sangre y plagados de carnicerías, desde los más antiguos registros egipcios y sumerios a las atrocidades más recientes de la segunda guerra mundial, concuerdan, junto con el primitivo canibalismo universal, con las prácticas de sacrificar seres humanos o animales, a sus sustitutos en religiones formalizadas, en proclamar este rasgo diferencial de ansia de sangre, este hábito depredador, este signo de Caín, que separa dietéticamente al hombre de sus parientes antropoideos y más bien lo alía con los carnívoros más mortíferos".
Un vistazo a las noticias, cualquier día, no hace sino confirmar que los humanos siempre tenemos afiladas las armas, dispuestas a segar la vida de quien no piensa como nosotros o no actua como queremos o, simplemente, le percibimos como una amenaza.