Necesidad y contingencia.
La montaña no se configura igual para una cabra, una vaca,un grillo, un turista o un montañés. Para la cabra es la posibilidad de saltar, correr, comer o perder la vida en las fauces de un lobo. Para la vaca es el obstáculo a salvar para llegar a las finas y altas hierbas que le servirán de alimento durante unos meses. Para el grillo es una pradera donde ubicar su agujero y comenzar a reproducirse. Para el turista es un lugar de refugio "desestresante" de la urbe. Para el montañés es, a la vez, un medio de vida y una velada amenaza. En cualquier caso, es un escenario ya dado, con una cierta organización, para cada uno de los actores, sean amimales o personas. En este escenario no se dan papeles escritos y cerrados , sino que el guión está abierto a las contingencias, unas veces azarosas y otras no tanto. Las contingencias suponen todo un principio de indeterminación del mundo, en función de las conductas de los individuos, “haciendo camino al andar”. Al andar, los actores aprenden de las contingencias, perfeccionan su papel a través de la práctica y ocupan el lugar que les corresponde. La indeterminación viene dada, porque lo que es, podría haber sido de otra manera (contingencia) , pero una vez que ha ocurrido ya no puede ser otra cosa (necesidad) y así se configura la vida de los grillos, de las vacas, de las cabras y la de los humanos, contingentes y necesarios a ellos ( y viceversa).
Es la conducta la que hace a los individuos.
"Si todo fuera
necesario, nada cabría hacer; si todo fuera azaroso, nada tendría sentido hacer".(Marino Pérez Álvarez).