¿Yuntas o tractores?.
Durante mucho tiempo, la energía animal fue una opción técnica más eficaz, más barata y más limpia que las máquinas de combustión. Para ello, nuestros antepasados aprovecharon la fuerza de los animales con mucho raciocinio. Utilizaron su fuerza en diferentes labores; desde la preparación del suelo, hasta la cosecha; en el transporte de todo tipo de carga y en cualquier labor que pudiera realizarse eficientemente con la ayuda de su energía.
La tracción animal se usó el para transporte, para cultivar la tierra y para producir cosechas. La energía animal contribuyó enormemente al desarrollo cultural y económico. Pronto descubrieron que la capacidad para trabajar estaba determinada y limitada por la cantidad de oxígeno y alimento a que tuviera acceso cada animal; también dependía de la condición física, además de un apropiado diseño de yugos, arneses, herramientas y de otros factores, tales como el peso, la tarea a desarrollar, la temperatura ambiente, la destreza del dueño y la superficie y/o tipo de terreno donde se trabajase.
El trabajo con vacunos se realizó generalmente con dos animales (yuntas) empleando un yugo que servía de elemento de unión entre los dos ejemplares. Las vacas se caracterizaban por su fuerza, por el paso lento pero seguro, por la capacidad de trabajo en laderas muy inclinadas, por la mansedumbre y por su capacidad para digerir cualquier tipo de hierba. Entre más pesada fuese la yunta, más fuerza de tiro desarrollaría y su fuerza promedio estaría alrededor del 11% de su peso vivo.
El burro fue un animal rústico y con gran resistencia a las enfermedades. A los dos años de edad podía empezar a cargar pequeños fardos y a los cuatro está ya era capaz de desempeñar cualquier clase de trabajo.
Además, los burros tenían la ventaja de ser más baratos que los caballos y bueyes.
El análisis que se hizo de la interacción entre el animal y el equipo (yugo, collarón arnés..) demostró que el ángulo que se formaba cuando se arrastraba éste y el peso de los equipos constituían los factores principales para determinar la fuerza de tiro ejercida sobre el apero. Las pruebas que realizaron confirmaron que la resistencia que oponía un equipo aumentaba con su peso y disminuía cuando el ángulo de tiro es más agudo. Estos principios se aplicaron con éxito para diseñar un arado y un arnés o yugo adaptados a la capacidad de trabajo de un burro de una pareja de vacas. Los equipos se modificaban de forma muy sencilla y prácticamente sin ningún costo.
Con el precio que tiene hoy el combustible y el que probablemente alcance en el futuro, quizás sea rentable volver a usar la energía “renovable” de los animales y el ingenio “perdurable” de los aldeanos.