Curioso experimento.
Demócrito decía que los hombres somos discípulos de los animales: de la araña en el tejer y el zurcir; de la golondrina en el edificar y de las aves canoras, del cisne y del ruiseñor, en el cantar. Si de la araña aprendimos, no fue sólo a trenzar hilos para hacer tejidos, sino también a urdir invisibles telas envolventes con las que atrapar a nuestros amigos, enemigos o simplemente vecinos.
Añado hoy a esta tela de araña un ejemplar de la Misumena vatia, araña cangrejo de las flores, una depredadora siempre al acecho. Se agazapa entre los pétalos de las flores y espera a que los insectos vuelen cerca. Con sus cortas patas posteriores la araña se agarra a la flor. Las patas anteriores, que se mantienen en posición abierta, son mucho más potentes y agarran a los incautos visitantes con sorprendente velocidad, al tiempo que les da un mordisco venenoso. Va succionando a las presas sobre la propia flor a través de dos diminutos orificios, dejando solamente el esqueleto del insecto. Fue elegida la "Araña Europea de 2006" por aracnólogos de 21 países europeos.
Un arcnólogo aficionado capturó a una de ellas e ideó un diseño experimental consistente en ir arrancando sus patas. Arrancada la primera, le decía: “araña, ven” y la araña venía. Quitó la segunda pata, dio la orden de que viniera y la araña lo hizo. Así sucesivamente hasta que la dejó sin patas; entonces repitió: “araña ven” y la araña no pudo hacerle caso. Deliberó consigo mismo durante largo rato el experimentador y concluyó: “la araña, cuando se le quitan las patas, se queda sorda”.