Educación para la ciudadanía (y para la villanía).
El cuerpo de profesores no es un grupo homogéneo: hay profesores cristianos, analíticos, agnósticos, materialistas, positivistas, indefinidos, pasotas, ateos, unos a favor de la LOE y otros en contra de ella. Además de impartir las materias curriculares al uso, deben enseñar ( desde esos variados puntos de vista ) otros contenidos que son “transversales” y una nueva materia, llamada “ Educación para la ciudadanía”, desde la que se pretende acabar con la violencia de género, el maltrato entre iguales, el racismo, la xenofobia, el gamberrismo y con la falta de respeto al medio ambiente y a la seguridad vial.
Se quiere, pues, formar a “buenos” ciudadanos. ¿Tendría cabida una “Educación para la villanía” o “Educación para la aldeanía” con el fin de formar “buenos villanos” (habitantes de las villas) o “ buenos Aldeanos (habitantes de las aldeas)?. En estos procesos, la educación reglada interviene en una proporción muy pequeña, porque son las experiencias sociales, vitales y personales que cada uno tenga en el curso de su vida las que irán conformando los comportamientos susceptibles de ser catalogados como de “buen ciudadano” o de “mal ciudadano”. Para más inri, la propia ciudadanía tiene unas estructuras contradictorias: diferencias de clases sociales, de profesiones, de razas, relaciones de explotados y explotadores, de culturas privilegiadas y de culturas inferiores, de edades, de sexos y de religiones. En fin, para que haya una sociedad mejor se necesita un cambio en la conducta de sus integrantes. Para que tengamos una mejor Educación se requieren cambios en las prácticas educativas, no sólo en la legislación. Si el profesorado ( y los demás miembros de la sociedad) siguen haciendo lo mismo, el alumnado también seguirá haciendo lo mismo. Obligatoriamente el discurso tiene que dejar de ser solamente formalista, para entrar “en materia”.