La "patosa" gripe.
Ajenas a la gran amenaza que se cierne sobre ellas, estas aves palmípedas disfrutan del agua y de todos los componentes agradables que les proporciona su entorno. Si supieran o sospecharan algo sobre la gripe aviaria; sobre las matanzas en masa de sus congéneres para evitar epidemias; sobre los planes de vigilancia intensiva a que serán sometidas dentro de poco; o sobre las suspicacias de los humanos que las ven como posibles portadoras del terrible mal, abandonarían rápidamente las lagunas en busca de lugares más seguros y, probablemente, en su peregrinaje se encontrarían con los perdigones de alguna partida de cazadores que haría desaparecer, de una vez por todas, sus enfermedades y hasta la esperanza de una vida al margen de la veterinaria y la medicina oficial.