el cazurro ilustrado

19 febrero 2006

Estiércol y educación.


Dicen los más antiguos de mi pueblo que el abono no es santo, pero hace milagros. Milagro es que tierras baldías y estériles, después de ser cubiertas con una solemne capa de estiércol comiencen a producir aquello que ni siquiera se había ni sospechado ni aún imaginado.
Las influencias positivas del estiércol sobre el suelo y sobre las cosechas fueron de sobra conocidas. Las cantidades de nutrientes tales como Nitrógeno, Fósforo y Potasio tomadas por el cultivo determinaron el valor agrícola del estiércol. Sistemáticamente propiciaron la distribución natural de las heces animales en los pastizales o el abonado de las tierras de cultivo y de los prados. Consiguieron así mejoras en la fertilidad y en la estabilidad estructural del suelo, reduciendo también la vulnerabilidad de éste a la erosión.
Otros abonos se necesitan para el crecimiento de las ideas en los campos de la información, para obtener razonables cosechas de conocimiento y para evitar la erosión continúa provocada por la ausencia de nutrientes educativos ; pero a veces da la impresión de que se aplica hoy, desde los centros de poder, la regla(parafraseando a Alvaro de Iglesia) “balín es a balón como cojín es a "equis" e importa "tres equis" la educación”.