Tecnologías de coste "cero".
Debemos poner nuestra inteligencia (caso de que exista), a tono con la economía del conocimiento, donde las ideas son más importantes que los recursos; esto requerirá (cómo no) “usar la cabeza”. He visto a la gente de la montaña usar múltiples "tecnologías de coste cero", que sólo exigían poner en funcionamiento algo que ya tenían. Se exprimían y/o devanaban los sesos para dar soluciones casi definitivas y artificiales a los elementos problemáticos que la naturaleza había puesto en su camino. El agua se convirtió en fuerza motriz de molinos y fábricas de luz. El sol en secante natural de henos, hierbas, granos, raíces e incluso heridas; ayudado, a veces por los vientos que soplaban en todas las direcciones, muy útiles para separar la paja del grano. Palancas, poleas y trócolas fueron usadas para elevar, cambiar de sitio y extraer los más diferentes y polimorfos cuerpos de piedras, árboles y hasta los terneros que por diversas razones se negaban a salir del útero materno. El fuego limpió de maleza tierras baldías que posteriormente produjeron diferentes tipos de grano. Las heladas y el humo sirvieron para el tratamiento y la conservación de la carne…. Ahora, a medio camino entre la sociedad industrial y la de la información (que no del conocimiento), muchos de nuestros alumnos y/o hijos suponen que la leche, las patatas o la fruta se producen en el supermercado; la electricidad en un interruptor y que todos los consumibles están a su disposición por obra y gracia del transporte que los trae. A tanto llega el entrenamiento en la inmediatez que algunos no dudan en fiar su futuro a la posible participación en el “gran hermano” o en alguno de los sucedáneos de “operación triunfo”. Mientras, en esta blanca estupidez, no se vislumbra ni una sola mancha de raciocinio.