Explicación de un milagro de San Antón
El tío Santero, natural de Valverde de Curueño, talló, sin ningún ánimo de lucro, las imágenes de muchos Santos, entre ellos algunos "San Antones" (cuya fiesta se celebró ayer) que se encuentran por las iglesias de estos pueblos. Afirmaba que muchos eran hermanos del pesebre de su burra, ya que con la madera de un viejo peral fue capaz de componer unos cuantos. Una vez cometió un error de cálculo al no dejar que la madera secara completamente y, con la pérdida de humedad, un “San Antón” fue girando sobre sí mismo, hasta quedar mirando para la pared del altar mayor, de espaldas a los feligreses, situación que se aprovechó para hablar de milagro y cargar las tintas sobre los supuestos aberrantes comportamientos del pueblo en general, fruto, no ya solo de la tendencia humana al mal, sino también como consecuencia de la creencia en demonios esparcidos por estas tierras. Para resarcir a la población de tales amenazas, el tío Juanín ( que murió de noventa y muchos años) se pasó la vida rezando, noche y día. Una noche, su mujer, la tía Gabriela, harta de no poder dormir por los rezos en voz alta de su marido, cuando éste se disponía a rezar una salve por las once mil vírgenes entre las que se encontraban Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa, Martha, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, Paladia y hasta once mil que recitaba de memoria, le exigió que rezara otra por los once mil demonios que deberían haberlas desvirgado, para poder dormir sin aguantar tanta letanía.