Aprender del entorno.
Habéis leído muchas cosas sobre las “habilidades de los moradores de la montaña” ( y de los del llano) pero, al igual que vuestros comportamientos son fruto de las interacciones con el medio ambiente en el que os desenvolvéis, fue el entorno quien moldeó sus comportamientos y quien decidió lo que era adecuado de lo que hacían. El frío les enseñó a abrigarse, los árboles a trepar, las montañas a escalar, las ubres a ordeñar, la hierba a segar, los vecinos a discutir, los políticos a huir, la nieve a espalar, las piedras a hacer paredes o a lanzar certeramente, el trigo y el centeno a trillar, las ovejas a cardar lana , la leche a hacer queso, los cerdos a hacer la matanza, la vida a morir, los muertos a enterrar, la muerte a pensar, las heridas a curar, la leña a hacer fuego, el fuego a cocinar, las tormentas a temblar, el agua a beber, las ramas a podar, la lluvia a regar , el sol a secar, las pulgas a rascarse, los lobos a acechar, el espacio a medir, el paso del tiempo a predecir, las abejas a catar, los frutos a recolectar, los animales a domesticar y /o a cazar, el viento a soplar, la noche y el cansancio a dormir, el sexo contrario a copular, los niños a amamantar y cuidar de la prole, las barbas a afeitarse, los palos a golpear, el dolor a evitar, el placer a repetir, el pasado a recordar , el presente a hacer , el futuro a esperar, las distancias a viajar, y así, sucesiva y simultáneamente, todas sus habilidades vinieron causadas por agentes externos a ellos. Piensa en las tuyas y busca su causa.