el cazurro ilustrado

22 enero 2006

Elogio y modelo de pereza.


“Si la clase obrera, tras arrancar de su corazón el vicio que la domina y que envi­lece su naturaleza, se levantara con toda su fuerza, no para reclamar los Derechos del Hombre (que no son más que los derechos de la explotación capitalista), no para reclamar el Derecho al Trabajo (que no es más que el derecho a la miseria), sino para forjar una ley de bronce que prohibiera a todos los hom­bres trabajar más de tres horas por día, la Tierra, la vieja Tierra, estremecida de alegría, sentiría brincar en ella un nuevo univer­so... Con estas palabras, Paul Lafargue, el yerno de Marx, sostiene en su libro "Por el derecho a la pereza", que la técnica, al liberar de la servidumbre del trabajo, hará de la pereza un derecho.
Siguiendo esta hermosa teoría, un caminero de Tolibia se las ingenió para que el Ministerio de obras públicas le diera el premio a la mejor conservación del material, pues, después de 30 años en el empleo, tenía el carretillo, la pala y el azadón como el primer día. Lo refraneó el pueblo de esta manera: “el que trabaja para el Estado y muere reventado, muere condenado”